
Conocer bien el exposoma facilita la adopción de hábitos saludables para la piel
El exposoma de la piel es un conjunto de factores a los que estamos continuamente expuestos desde que nacemos, que influyen en nuestra salud dermatológica. Tal como explica la Dra. Ana Molina, especialista en dermatología, tricología y estética, en el vídeo, algunos de estos agentes son:
- El estrés
- La actividad física que realizamos
- Las sustancias químicas a las que estamos expuestos
- La contaminación
También el tipo de alimentación que llevamos, el tabaquismo, el entorno (rural o urbano) en que vivimos, la temperatura o el clima conforman el exposoma de la piel.
Este conjunto de elementos afectan a nuestros órganos y, de manera especial, a nuestra piel. De hecho, en la actualidad, se estima que el 75 % de las enfermedades crónicas están determinadas por todos aquellos factores externos que tienen repercusión en nuestra salud, es decir, por nuestro exposoma.
El exposoma y el envejecimiento de la piel
Hoy en día, se pretende conocer bien el exposoma por su relación con el envejecimiento de la piel. Por ejemplo, la contaminación ambiental y la radiación solar son factores extrínsecos que, de manera general, inciden en el deterioro de la salud dermatológica.
Saber qué agentes externos afectan negativamente a nuestra piel permite modelar estilos de vida más adecuados y saludables para el cuidado y la protección de este órgano.
Un ejemplo: la importancia de la fotoprotección
El sol tiene efectos positivos sobre nuestra salud, pero también contribuye al envejecimiento prematuro de la piel y a la aparición de manchas y lunares. De hecho, un gran número de las manchas solares suelen ser de tipo queratosis actínica. Se manifiestan como áreas rojizas o marrones, con relieve y textura rasposa, e incluso pueden aparecer rugosidades o asperezas adheridas a la piel. Y detrás de su origen se encuentra la acumulación de la radiación ultravioleta a lo largo de la vida.
Por si fuera poco, cada año, se diagnostican en España 70.000 nuevos casos de cáncer de piel no melanoma y 4.000 de melanoma. Las quemaduras solares están altamente relacionadas con estas cifras. Tanto es así que el riesgo de padecer un melanoma se duplica al haber sufrido una o más quemaduras solares en la infancia o adolescencia.
La protección solar o fotoprotección, ya sea tópica (mediante la aplicación de cremas solares), oral (mediante la ingesta de píldoras) o combinada, resulta esencial para minimizar el riesgo de sufrir problemas de salud derivados de una inadecuada exposición al sol.